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24,90 €Hasta hoy, por desgracia, los sabios no han encontrado ningún remedio preventivo contra el crimen. En diferentes lugares y ocasiones se han intentado diversos experimentos, pero nada seguro se ha podido concluir de estas investigaciones. El remedio que aniquilarÃa los efectos del instinto primitivo de destrucción que dormita en el fondo de cada ser humano está aún por encontrar. Suponiendo que algún dÃa sea encontrado. La iniciativa del acto fatal sigue en manos del criminal. Matar o no matar, fabricar moneda falsa o no fabricarla, hacer vÃctima de un chantaje a un desgraciado o no hacerlo... El llevar a cabo todos estos delitos, todos estos crÃmenes, se deja al libre arbitrio de cada uno. Pero, en el momento preciso en que el asesino aprieta el gatillo de su pistola, o cuando el falsificador coge el punzón para grabar sus planchas, o el chantajista escribe su primera carta de amenaza, la Sociedad pone en movimiento su maquinaria de defensa. Una máquina compleja y precisa entra en acción, localiza el mal, lo neutraliza o extirpa, como lo harÃa el bisturà del cirujano en el cuerpo de un enfermo. Esta máquina